La ciudad de Frías, además de destacarse por ser la más pequeña de España, nos impregna a su visita de un exquisito sabor medieval que debe su origen a Alfonso VIII, quien a comienzos del S.XII la erigió sobre la roca, a fin de proteger y repoblar esta linde de la Vieja Castilla. Dicha estrategia reportó a esta ciudad numerosos privilegios a sus pobladores, además de la imponente fortaleza compuesta por el Castillo, la Iglesia de San Vicente, el Puente y la Muralla, lo que facilitó la defensa de sus intereses, aumentando progresivamente su economía, hasta el punto de llegar a abastecer las necesidades de los más de 6.000 habitantes con que contaba a la entrada del S. XVI.
En la actualidad la economía de Frías dedica su actividad a los sectores primario y turístico principalmente, atraído este último por su excelente geografía y la bien conservada fortaleza, para orgullo de los fredenses. Tanto es así, que los comercios dispuestos a lo largo de la calle del Mercado reproducen fielmente la estructura de los típicos puestos que asiduamente participaban en ferias periódicas.
Así, Frías cuenta con todos los servicios de primera necesidad, como son: Ambulatorio, Escuela, Farmacia, Supermercado, Carnicería, Pescadería y Estanco, además de Quiosco. Mención especial merecen sendos comercios de artesanía, cuyos artículos ofrecen a sus clientes brillantes creaciones manufacturadas con la exclusividad y riqueza que aporta la artesanía clásica. Las festividades de mayor relevancia son celebradas principalmente en periodo estival, destacando entre todas la “Fiesta del Capitán”, coincidente con el día de San Juan (24 de junio), conmemorativa del acuerdo alcanzado entre la población fredense y el Duque de Haro a mediados del S. XV. Le siguen la festividad de San Vitores, el 26 de agosto; las Fiestas del Cristo, de una semana de duración, del 13 al 20 de septiembre; así como las conmemoraciones a sendos patrones, San Sebastián y San Vicente, los días 20 y 22 de enero, respectivamente.
Convento de Vadillo
Fundado en el siglo XIII, permaneció hasta la desamortización del siglo XIX. Hoy quedan parte del claustro, varias capillas y una gran iglesia de época gótica, aceptablemente conservada.
El monasterio de Santa María de Vadillo, fue fundado en el año 1219 por Don Diego Faro canónigo de Burgos, arcipreste de Frías, para Canónigos Regulares de San Agustín, con un máximo de 13 miembros con su prior.
Este monasterio vivió años de gran esplendor y según consta en una declaración de 1694, los canónigos de aquella época tenían suficientes propiedades para vivir holgadamente.
Disponían de un cercado lindante al convento de siete fanegas, en dicho cercado tenían una hermosa bodega con una buena bóveda donde los monjes elaboraban las más de 1500 cántaras de vino.
Iglesia de San Vicente
Situada junto al cortado rocoso, y al otro extremo de la ciudad y de la torre del homenaje. De pórtico románico, hoy trasladado al Museo de Claustros de Nueva York, y con tres retablos: el del Cristo de las Tentaciones (barroco), el de la Soledad y el Mayor (neoclásicos). Admirable es la capilla de la Visitación, resguardada por exquisita reja de forja y con un retablo del siglo XVI del pintor Juan de Borgoña y dos sepulcros de ornamentación plateresca.
En la iglesia existe una amplia colección de imaginería religiosa del siglo XVII, sillería barroca, un órgano, así como importantes pinturas religiosas.
Es la iglesia que más resalta de las que tuvo la ciudad. Ubicada en un extremo del cortado rocoso, de su primitiva construcción románica solo quedan algunos restos, ya que tras la caída de su torre en 1.906 se levantó una nueva.
La traza primitiva fue románica, pero ha llegado hasta nosotros con una extraña mezcla de estilos. Pero primero veamos cómo era antiguamente.
La antigua torre tuvo un carácter defensivo ya que era complemento defensivo del castillo. La iglesia actual es el resultado de un conjunto de reformas. De su primitiva construcción románica solo quedan algunos restos, ya que tras la caída de su torre en 1.906 se levantó una nueva.
Puente Medieval de Frías
Uno de los más valiosos monumentos de la Ciudad de Frías es su puente sobre el Ebro. Puede decirse que su origen fue de construcción romana y reconstruido varias veces en la Edad Media.
Pasa por él, la calzada romana, que era una vía de comunicación, muy importante para el comercio entre la Meseta y la costa Cantábrica. Venía por el Portillo de Busto, Tobera, Frías, pasa por el desfiladero de Herrán y llegaba hasta Orduña, desde donde pasaban los mercaderes a Bilbao.
Mide 143 m. de largo, 345 m. de ancho, desde el nivel del agua hasta el pretil más alto del puente hay unos 113 m. y otros tantos hasta la torre.
Consta de 9 arcos. Los centrales apuntados y los demás ligeramente rebajados. En los más antiguos, se abren aliviaderos con sus molduras a la altura de los salmeres, que además de aligerar el peso del puente, le dan armonía y belleza.
Castillo Medieval de Frías
La historia del castillo se remonta a la de las primeras fortalezas del siglo X. Situado sobre una peña que domina el Valle de Tobalina, es uno de los castillos roqueros más espectaculares de Castilla, teniendo un gran valor estratégico.
Comenzaría a tener más importancia al pasar a manos del rey Alfonso VIII en 1201, dotándole de valor estratégico, ya que relevará al castillo de Petralata de las funciones de control del territorio, construido por los navarros en 1040 para defender los pasos más importantes entre La Bureba y Castilla la Vieja.
La fortaleza se sitúa sobre el extremo y en lo alto del peñón. Su dominio sobre la única entrada a la ciudad en la que confluyen las vías procedentes del Ebro y Vadillo, son aplastantes. La puerta de ingreso de arco ojival y defendidas por almenas y troneras, es pequeña para su mejor defensa y está precedida por un puente levadizo de madera. Ya en el interior nos encontramos con un patio de armas, antes parcialmente cubierto, ligeramente cuadrado desde el que se distribuye las ya desaparecidas dependencias del castillo.
Las casas colgadas
Las casas, de toba y madera, han aprovechado el reducido espacio que le brinda “La Muela”, gran roca sobre la que se asienta la parte alta de la Ciudad, de tal manera que están construidas en los mismos extremos de la roca, pareciendo que forman parte del precipicio.
Es el ejemplo de un urbanismo y una arquitectura que se adapta al escaso terreno con el que cuenta la parte alta de Frías, lo que obliga a desarrollar la casa tanto hacia arriba como hacia abajo, excavando en la roca de toba, superando el número habitual de dos plantas.
Puertas y Recinto Amurallado
La Muralla ya se cita en un documento del Monasterio de Vadillo del 1211, por lo tanto, es inmediatamente posterior a la construcción del castillo. Defendía toda la muela de la Ciudad hasta la Iglesia de San Vicente, que en su torre tenía almenas de defensa. Desde aquí seguía una muralla baja que por delante de las casas construidas sobre roca se unía a la Puerta de la Cadena.
De esta contra muralla solamente quedan restos en alguna de dichas casas, por ejemplo, en la Casa de Cultura, donde se ve en perfecto estado, una puerta de acceso al paseo de Ronda. Sabemos que en dicha Muralla, existían tres puertas que daban acceso a la Ciudad: la de Medina, la del Postigo y la de la Cadena.
Iglesia de San Vitores
Aparece citada por primera vez en 1211 en documentos de Vadillo. El cura de esta parroquia también asistía el hospital que había del mismo nombre.
A comienzos del XVI el papa anexiona esta iglesia a la de San Vicente, quizá por la ruina sufrida por un desprendimiento de una roca que derribó las bóvedas. En 1706 según los documentos se la considera como una ermita; después se le consideró como cilla para almacenar los granos de los diezmos. Reparada a mediados del mismo siglo, pronto se le volvió a destinar como almacén.
Ermita de Nuestra Señora de la Hoz
La ermita de Nuestra Señora de la Hoz parece que está tallada en la misma concha de piedra que la cobija. El edificio es también de toba, organizada al gusto de los arquitectos góticos. En el medievo esta iglesia balconada sirvió además de hospedería a los peregrinos que iban a Santiago. En la Edad Media, muchos peregrinos descendían el Portillo de Busto, buscando el camino principal a Santiago de Compostela. Algunos hacían noche en la iglesia de Nuestra Señora de la Hoz.
Lavadero Medieval
Junto al río Molinar y al comienzo de la colina de San Roque, nacen unas fuentes abundantes y claras aguas, cuyo nombre recibe en Frías “Las Fuentecillas».
En este lugar se haya el Lavadero Medieval hecho por paredes de piedra que, desde su mitad, están formadas por columnas a modo de huecos simulando ventanales, hasta su techo, que con gruesas vigas y estructura en forma triangular, está el tejado de este singular edificio.
Su interior es de forma rectangular, aquí está el estanque que rodeado de losas forma el lavadero. A la derecha de su entrada, salen los manantiales. Allí aflora el agua que limpiaba las prendas de nuestros antepasados. En cada losa, que en oblicuo se sumerge en el agua, las mujeres, arrodilladas en sus “rodilleros», jabonaban y aclaraban las prendas, que, en baldes apoyados sobre cabezas, bajaban para lavar. Se da la circunstancia que el caudal de agua de estos manantiales es permanente tanto en invierno como en verano.
Cascada de Tobera
Burgos es un paraíso para los amantes de las cascadas y una pequeña muestra de ello es el Paseo del Molinar. En apenas 1,5 kilómetros, sin ninguna dificultad, se recorren los preciosos saltos de agua del río Molinar, más conocidos como las Cascadas de Tobera. La ruta es muy sencilla, corta y sin apenas desnivel. Está bien señalizada por lo que es imposible perderse. Todo el trayecto te irá acompañando el sonido del agua, con mayor o menor fuerza en función de la época de año, y el canto de algunos pájaros que disfrutan de este maravilloso enclave natural.
Cascada del Peñón
La cascada del Peñón es uno de los grandes enclaves paisajísticos que nos va dejando el río Jerea a su paso por Las Merindades. La llegada al Valle de Tobalina no puede ser más espectacular con una alargada cascada de 110 metros de frente y 20 de caída. En época de deshielo o de abundantes lluvias el espectáculo es inolvidable.